Consumo lo último que me queda de ojos en vos, como el regalo más lindo, no sé para quién, para ambos, o uno de ambos.
Tiras blancas
¿Viste las tiras blancas en esas camperas que se usaban por 2002? Esas tiras que mutan en reflejos acidosos frente al haz de luz.
De ese color, del color que las tiras blancas obtienen cuándo se iluminan, está hecha la playa por la que corro desnudo en mis pesadillas.
Lonjas blancas.
Olor a tinto en las chapas
Los tiempos para recordar suelen presentarse en cualquier momento, salvo en el marote, aunque eso no es un tiempo sino un lugar.
Con un estilo de plástico hueco, sufro el miedo, pero me tranquilizo.
A mi los tiempos para pensar me llegan en ratos específicos, cuando todos duermen y empiezo a intuir que el cerrar los ojos me va a traer pesadillas de tiras blancas. Entonces, para mantenerme despierto, divago hacia atrás y me meto en lo ahora fantástico y me luce demasiado extraño el hecho de que repudio el contacto con lo que sucede ahora porque no quiero contaminarlo con traiciones a la realidad conjunta, al código que manejamos con el objeto de las perturbaciones de mi sueño.
El me voy, el ahogo y la ida son ejes, pero no lugares para asirme si me quiere tragar lo que vendrá bajo mis pies.
Maravillosa
Acá todo es cálido. Supongo que todo se debe a un cuadro orgánico del machismo que buscando el placer del género creó un sistema de lavado de cerebro femenino: pintura rosa oscuro en las paredes (naranjita en el descascarado), muebles rositos, guantes naranjas, sillas rojas, mantel amarillo mostaza, varias cosas rojas, instrumentos asesinos de mangos colorados, cortinas bordó, rojo, rojo, naranja, naranja, mucho rosa.
Maldita cocina.
A este tipo lo vi en casa
Él me está mirando hace ya rato. Yo recién lo advierto ahora.
Es un duende. Y me está tomando el pelo. Detrás de sus ojos llenos de azul, de su sonrisa azul, de su ego, está la secreta intención de comerme. Y con verduras.
Ya preparó la fuente y se regocija imaginando mi saber.
Ya se fue la mitad de mi cerebro a su estómago. Se alisa los bigotes, de los que gotea mi cabeza. Soy hamburguesa.
Después de la lluvia, aún hay nubes en el cielo. Son de aceite, aceite quemado y roto. Roto como los corazones que es mejor amar, ya que al estar partidos uno no puede hacerlos sufrir más.
Servilleta de papel
Las servilletas de papel nunca podrían haberse llamado "repasadores" porque iría contra su naturaleza. El sujeto hace al nombre y no el nombre al sujeto. Digo, por más que mi sobrino se llame León, no va a ser un revolucionario si se pasa todo el día jugando en la PC como su padre.
Las servilletas de papel se usan una vez y se tiran. Los repasadores se pasan un montón de veces.
Ama de casa
Banco, jabón, peine, fosforera, condimento, duende pará, raya en corazón rival, círculo en termotanque, caja, antitierra, horno, cosa escurridora, algo en la taza, encendedor, azulejos, botón, jabón, punta, guindas, pantalones, manzana, mandarina, lápiz, frutilla falsa, flores, oscuro, oso noel, corazón, corralón, repasador, tapa, reloj, otro reloj, remera, escobillón, ah, ah.
Mi carne es tu sandía: la masticás pero sé que en el fondo la detestas y te das vuelta y no amás y el viento sopla y me saca las ganas de cocinar y vos te ponés como escarcha porque sabés que, si no voy a la cocinar, no tengo porque acercarme al horno -me entra miedo por el silbido pero eso lo considerás una historia infantil pero la bruja se enamoró pero yo sigo con mi máscara y los mocos colgando y pienso en una niña que conocí que vestía camisa rosa y no dejaba de recordarme que yo era un caballero- y las tiras blancas tienen olor a tinto en las chapas de acá, cosa maravillosa que es ser narcisioso, pero mejor es la despedida ya que estoy repasando.
Tiras blancas
¿Viste las tiras blancas en esas camperas que se usaban por 2002? Esas tiras que mutan en reflejos acidosos frente al haz de luz.
De ese color, del color que las tiras blancas obtienen cuándo se iluminan, está hecha la playa por la que corro desnudo en mis pesadillas.
Lonjas blancas.
Olor a tinto en las chapas
Los tiempos para recordar suelen presentarse en cualquier momento, salvo en el marote, aunque eso no es un tiempo sino un lugar.
Con un estilo de plástico hueco, sufro el miedo, pero me tranquilizo.
A mi los tiempos para pensar me llegan en ratos específicos, cuando todos duermen y empiezo a intuir que el cerrar los ojos me va a traer pesadillas de tiras blancas. Entonces, para mantenerme despierto, divago hacia atrás y me meto en lo ahora fantástico y me luce demasiado extraño el hecho de que repudio el contacto con lo que sucede ahora porque no quiero contaminarlo con traiciones a la realidad conjunta, al código que manejamos con el objeto de las perturbaciones de mi sueño.
El me voy, el ahogo y la ida son ejes, pero no lugares para asirme si me quiere tragar lo que vendrá bajo mis pies.
Maravillosa
Acá todo es cálido. Supongo que todo se debe a un cuadro orgánico del machismo que buscando el placer del género creó un sistema de lavado de cerebro femenino: pintura rosa oscuro en las paredes (naranjita en el descascarado), muebles rositos, guantes naranjas, sillas rojas, mantel amarillo mostaza, varias cosas rojas, instrumentos asesinos de mangos colorados, cortinas bordó, rojo, rojo, naranja, naranja, mucho rosa.
Maldita cocina.
A este tipo lo vi en casa
Él me está mirando hace ya rato. Yo recién lo advierto ahora.
Es un duende. Y me está tomando el pelo. Detrás de sus ojos llenos de azul, de su sonrisa azul, de su ego, está la secreta intención de comerme. Y con verduras.
Ya preparó la fuente y se regocija imaginando mi saber.
Ya se fue la mitad de mi cerebro a su estómago. Se alisa los bigotes, de los que gotea mi cabeza. Soy hamburguesa.
Después de la lluvia, aún hay nubes en el cielo. Son de aceite, aceite quemado y roto. Roto como los corazones que es mejor amar, ya que al estar partidos uno no puede hacerlos sufrir más.
Servilleta de papel
Las servilletas de papel nunca podrían haberse llamado "repasadores" porque iría contra su naturaleza. El sujeto hace al nombre y no el nombre al sujeto. Digo, por más que mi sobrino se llame León, no va a ser un revolucionario si se pasa todo el día jugando en la PC como su padre.
Las servilletas de papel se usan una vez y se tiran. Los repasadores se pasan un montón de veces.
Ama de casa
Banco, jabón, peine, fosforera, condimento, duende pará, raya en corazón rival, círculo en termotanque, caja, antitierra, horno, cosa escurridora, algo en la taza, encendedor, azulejos, botón, jabón, punta, guindas, pantalones, manzana, mandarina, lápiz, frutilla falsa, flores, oscuro, oso noel, corazón, corralón, repasador, tapa, reloj, otro reloj, remera, escobillón, ah, ah.
Mi carne es tu sandía: la masticás pero sé que en el fondo la detestas y te das vuelta y no amás y el viento sopla y me saca las ganas de cocinar y vos te ponés como escarcha porque sabés que, si no voy a la cocinar, no tengo porque acercarme al horno -me entra miedo por el silbido pero eso lo considerás una historia infantil pero la bruja se enamoró pero yo sigo con mi máscara y los mocos colgando y pienso en una niña que conocí que vestía camisa rosa y no dejaba de recordarme que yo era un caballero- y las tiras blancas tienen olor a tinto en las chapas de acá, cosa maravillosa que es ser narcisioso, pero mejor es la despedida ya que estoy repasando.
jaja oh no :O es verdad que el partido será díficl contra ustedes , pero mi Chile la lleva eh !
ResponderEliminarMi pobre Paraguay, mi pobre Paraguay!!!
ResponderEliminarMe parece que nadie comentó tu cuento, David. A mí me gustó, es una buena denuncia de la opresión que sufren las mujeres, gracias.
ResponderEliminarSi. Hay varias poesías así, e incluso, por más que en algunas la insulten, es porque no saben ver la temática. Te banco a muerte, Cerdo sin galera!!!
ResponderEliminarGua!!! Me gustó mucho, muy loco y muy expresivo a la vez!!!
ResponderEliminarGracias, co-co-co. Soy una gallinita después de leer algo tan lindo!
ResponderEliminarY sí, que un hombre te diga cosas así, es como que te deja turulata.
ResponderEliminarMe gustó mucho éste cuento tan loco.
ResponderEliminar"Mi carne es tu sandía": sencillamente genial, es increíble como podés hacer del sexo algo tan violento y fresco a la vez; no puedo evitarlo, éste texto me ha hecho pensar en tener sexo bajo la ducha.
ResponderEliminar¿Será con vos, será con otro? No depende de mí, en todo caso.
Ah, David, es cierto, refresca un poco de literatura anti machismo en estos días de liberación sexual.
ResponderEliminarLorena: te equivocaste de texto; tu comentario iba en otro lado!
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