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Garabateada de redes


 El veintiuno de septiembre entré a un bar buscando un lugar tranquilo para escribir y hacer tiempo hasta que Andrea saliera del trabajo. Andy había vuelto a mi lado después de cien poemas tristes y oscuros que hablaban de amores poco insensatos y del suicidio y del asesinato como solución para las mujeres que se alejan.
  Andrea había vuelto diciendo "Marilina, te extrañé. Y no quiero extrañarte más y quiero que me ames mucho, como yo te amo. Perdoname".
  El bar elegido no resultó ser el lugar tranquilo que yo necesitaba para mi poema celebratorio por el amor recobrado, aunque tuve que quedarme en él porque no había otro en la zona que tuviese un precio de café que yo pudiera pagar. Es que soy una poetisa pobre.
  El caso es que el lugar era tan tan barato y tenía un menú con precios tan módicos que estaba lleno de gente, especialmente jóvenes aprovechando y celebrando la primer noche de primavera al ritmo de sus brazos subiendo y bajando mientras se llenaban y hartaban de cerveza.
  Mi estómago se revolvió frente al olor a hombre y alcohol y yo me cohibí un poco al notar que la única mesita libre en medio de la aglomeración de gente estaba al lado de una mesa ocupada por tres adolescentes con cara de paja que no dejaban me mirarme y de posar sus ojos desesperados en mis pechos que, ya se sabe, son bastante voluminosos.
  Haciendo tripas corazón, me dije no queda otra y me senté; con una seña pedí café al mozo y saqué mi libretita y comencé a garabatear:

  "Temo compararte con la primavera,
amiga mía,
porque la primavera dura cuatro meses
y yo quiero tu amor la vida entera".

  Tache todo el verso, era muy cursi o muy lírico o muy parecido a cualquier poema de Mistral a su secretaria. Además no había llegado mi café y eso me cortaba la inspiración. Levanté la vista y busqué al mozo que demoraba mi café. El tipo venía esquivando mesas y sillas con la bandeja en alto.
- Tome señorita. Este café es una invitación.
- ¿Cómo que una invitación?
- Sí. Ya lo pagaron. La están invitando.
  Me quedé helada. Un segundo. Y enseguida miré al grupo de adolescentes con cara de paja que habían mirado las tetas. Los pibes ya no me miraban sino que conversaban entre ellos de cualquier cosa, de accidentes de tránsito o qué sé yo. ¿Quién podía ser tan estúpido para hablar de accidentes de tránsito como se habla de Turismo Carretera? Porque los pibes se emocionaban, contaban que borrachos se pusieron a derrapar y se les fue el auto de control y pensé que me moría, boludo, pero justito puse primera y no sé cómo salí con el Civic y la reputísima madre que te re mil ese mismo estúpido que habla así de autos y accidentes de tránsito es el mismo boludo que podía llegar a pensar que me podía levantar pagándome un café.
  Agarré el taza, me paré, me acerqué a la mesa de los tres pendejos y les grité:
- ¡Pelotudos! ¡¿Se piensan que me van a levantar con un café?! -Y sin decir más les tiré el café por la cabeza.
  Los pibes se levantaron, bardearon y me agarraron a trompadas y gracias al dios potito que apareció justo justo Andrea, de la nada, como si fuera un efrit, porque sino yo iba a terminar muy mal porque lo mío es la poesía y no el boxeo.
  Andy, llegada así, de improviso, comenzó a revolear piñas y patadas para todos lados y luego, cuando hubo abierto una brecha, me tomó de la mano y salimos corriendo  perseguidas por los tipos, hasta que los perdimos a varias cuadras del bar.
  En la agitación por la carrera, Andy me preguntó el motivo de mi pelea con los pibes.
- Es que me invitaron un café.
- ¿Y le tenías miedo al empacho?
- ¿Empacho?
- Sí. Miedo de empacharte de café: el café que te pagaron ellos más el café que te invité yo.
  Abracé a Andy suspirándole "¡Ay, te amo tanto!" y luego nos compramos flores y copos de nieve y le escribí un poema que dice así:

"Temo compararte con la primavera,
amiga mía,
porque la primavera dura cuatro meses

y yo quiero tu amor la vida entera".


Comentarios

  1. Ay David...nose porque me vinieron ganas de llorar. Hay varios momentos brillantes, particularmente hacia el final. Te mand un abrazo.

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  2. Querido David: Hubiese preferido un narrador testigo y la utilización de monólogo interior, antes que el narrador personaje que usas y que yo lo asocio más a la autobiografía.
    Me gustaron los versos, y esa manera casi tierna de decir : yo no quiero un amor de temporada ...
    Te dejo un poema de Santiago Kovadolff "Paisaje en el café" y todo mi cariño.

    "Él acaricia la mano
    que ella tiende sobre la mesa.
    Ella oye sin fe. Sus ojos
    lo miran con dulce descreimiento.
    Sus ojos, en los de él,
    buscan ánimo, asidero,
    una evidencia que no saben
    encontrar en sus palabras
    ni en la suave vehemencia de sus gestos.
    ¿Lo crees? ¿Es así? ¿Realmente así?
    ¿Acaso yo podría?
    parece preguntar, pedir, querer,
    súbitamente envuelta
    en ese golpe de luz azulada y fugaz
    con que el invierno la inviste
    para mi solo
    deleite de intruso."

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  3. Me gusto la descrpción, y el poema del amor eterno :)
    "Temo compararte con la primavera,
    amiga mía,
    porque la primavera dura cuatro meses
    y yo quiero tu amor la vida entera".

    Saludos

    ResponderEliminar
  4. aguante jefferson airplano
    son lo mas
    muy buen blog te felicito

    un saludooo

    http://una-fabrica.blogspot.com/

    ResponderEliminar
  5. ¿Pero acaso nunca podés tener un personaje como la gente? Siempre terminas poniendo esos marginales que viven su marginalidad cantando y pareciendo bellos pero yo no quiero besar a una chica y olerle en la boca lo que deberia olerle abajo.

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  6. Me gusta el cuento porque es triple: es de amor, es de humor, es de bares. Es muy rico.

    Entonces, si tenés que es triple y rico, es un... ¡Fantoche!

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  7. ¡Feliz Cumpleaños, David!
    Gracias por compartir tus escritos con nosotros.
    Es muy lindo saber que estás aquí, en este lugar vitual y que sin embargo se siente tal real.
    Te quiero, amigo.

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