Ir al contenido principal

Entradas

Una caja llena de sorpresas

Noche de paz, aprovechá para leer un poco, cuando los invitados se fueron y tenés que bajar todas esas sidras. Aquí te dejamos estos regalos: 2:43 Navidad en Cruzavia - El escritor Limbo-Siamaj Verkistoj nos cuenta anécdotas de su país mientras le pide perdón una vez más al amor de su vida. Dos Betos y un destino - Cuento de María Ward y David Rojas en el que las guardias de los hospitales se convierten en un lugar de encuentro. Pagano - Otro cuento de Ward y Rojas en que nos revelan el secreto más aterrador que esconden las fiestas. Navidad de 1987 - Este cuento es uno de los hijos de los que estoy más orgulloso, se los recomiendo con cariño.  El narrador - Con un montón de homenajes, un cuento sobre sobremesas familiares y la importancia de los otros en la formación de los niños (?)
Entradas recientes

Única canción de amor, de Nicolás Olivari

I ¿Ves? Estoy obligado a llorar en verso la pena de tu amor perdido para siempre en la nada. ¡He pedido tan poco!, ¡con tan poco edifiqué mi ensueño! La cocina humosa, la familiar tertulia del Domingo, el grave silencio de tu barrio pobre, el arco iris de mi conducta hacia tus senos, la dulzura de vivir bajo tus años acurrucado como un perro trémulo bajo la suave amenaza de tu mano... Sensaciones fugitivas, románticas y zonsas, desaliño ideal y trunco, dejar en la puerta de tu casa chica la complicación de mi superioridad, y sentirme a la altura del agua barboteante de tus lustrosas canillas sin personalidad y de las tiras de cortezas secas, -¡ilusión de campo!- largas tiras de corteza de naranja que se espiralizaban en los estantes... La juventud mía es un asfalto sereno y vulgar de puro oscuro y tú eras la luna abrillantando su opaca tristeza clavada en mi desesperanza... Mas todo es vulgar en la vida, y tú misma bella y todo, fría y ausente, vulgar pe

Canto de la dactilógrafa, de Nicolás Olivari

Y caíste. ¡Bien! ¡Hurra! ¡Aleluya! Es muy lógica esa satisfacción tuya: tu antigua vida es ya una lejanía... Adiós el mostrador, la miserable faena, el suplicio de la máquina, el sufrimiento mudo, ¡qué bella persona es tu burgués panzudo...! ¡Ah! el pálido poeta ilustra «Noticias de Policía» se ha pegado un tiro... pero eso no vale la pena...

Le pardon, de Prudhomme

Ah ! j'en connais beaucoup dont les lèvres sont belles, Dont le front est parfait, dont le langage est doux. Mes amis vous diront que j'ai chanté pour elles, Ma mère vous dira que j'ai pleuré pour vous. (Algo así como "conozco muchas chicas con lindos labios, frente perfecta (?) y lenguaje muy dulce; mis amigos te dirán que les escribo a ellas, mi vieja que lloro por vos")

Tatuajes

Se despertó tras una pesadilla. Sudaba, casi hasta pegarse al colchón. Estaba agitado. Miró a su izquierda: su esposa dormía, el pelo extendido sobre la almohada, tranquila. Dulce sueño. La cadencia de su respiración, el subir y bajar de sus pechos, movía el tatuaje que la mujer tenía sobre el seno derecho. Pensó. Siempre pensaba de más. "Si ese tatuaje, con esa flor, estuviera en otra parte... porque la flor es ella y la piel es ese otro que tuvo, el que andaba en velero, o tal vez aquel otro, el que corría todos los domingos. Todos hombres que debían ser gigantescamente musculosos y yo que paso horas llenándome de lípidos... O el otro, el de la cerveza... O el otro o el otro o el otro... Si el tatuaje estuviera en otro lado... Pero no, está sobre su seno, el seno que quiero estrujar y no puedo, porque es el otro, el seno vivo, respirando, no puedo dormir". Se incorporó, harto de no descansar, y silenciosamente buscó sus pantalones, atravesó toda la casa, salió a la oscur

Promesas

Yo salía con esta chica. Lo cual es un decir, porque más que salir nos encontrábamos para meternos en algún habitación y dejar que la tarde transcurra. Tenía que ser sí o sí a la tarde, o día de semana; mientras sus hijos estaban en la escuela. En esas tardes fuimos tomando cada vez más confianza. Habíamos hecho un acuerdo entre los dos que excluía el amor y ponía fecha de caducidad: el momento en que alguno de los dos conociera a alguien. Y ese mismo acuerdo nos urgía a aprovechar cada hora, cada minuto, tratando de sacar el máximo provecho, todo el placer posible, de esos encuentros que podían terminar de un día para el otro, bastaba que uno de los dos cruce miradas con una persona extraña en el tren, o aparezca una vieja relación o lo que fuera. Tanto placer buscamos y encontramos que llegó un momento en que no pude evitar decirlo, tras dar vueltas en la cama y caer totalmente rendidos y satisfechos ambos. -Si esto se termina lo voy a extrañar mucho. -Esto era nuestra relación, n

El ahorcado

 Por las tardes, en lugar de dormir la siesta, mi madre me hacía lavar los dientes y salíamos a la calle, rumbo a la casa de una amiga suya. Su amiga tenía un hija pequeña, de la misma edad que yo. Daniela.   Daniela era una niña muy independiente, al decir de su familia, y gustaba de jugar sola con sus muñecas, entre los árboles que había al fondo del terreno en el que vivían, el bosque decía ella. Por eso mi presencia era un incordio para la chica, lo que derivaba en alguna que otra pelea.   En las peleas yo siempre llevaba las de perder, porque me habían aleccionado que pegarle a una dama no era propio de un hombre: así que dejaba que ella me surta de lo lindo, pegándome, tirando de mi pelo, pellizcando. Yo, estoico, me dejaba hacer, esperando que se canse.   Claro que las peleas no se desarrollaban frente a todos. Cuando llegaba con mi madre a la casa, Daniela me besaba mientras me invitaba a jugar al bosquecito y corría conmigo de la mano hacía el fondo, donde me metía entr