I ¿Ves? Estoy obligado a llorar en verso la pena de tu amor perdido para siempre en la nada. ¡He pedido tan poco!, ¡con tan poco edifiqué mi ensueño! La cocina humosa, la familiar tertulia del Domingo, el grave silencio de tu barrio pobre, el arco iris de mi conducta hacia tus senos, la dulzura de vivir bajo tus años acurrucado como un perro trémulo bajo la suave amenaza de tu mano... Sensaciones fugitivas, románticas y zonsas, desaliño ideal y trunco, dejar en la puerta de tu casa chica la complicación de mi superioridad, y sentirme a la altura del agua barboteante de tus lustrosas canillas sin personalidad y de las tiras de cortezas secas, -¡ilusión de campo!- largas tiras de corteza de naranja que se espiralizaban en los estantes... La juventud mía es un asfalto sereno y vulgar de puro oscuro y tú eras la luna abrillantando su opaca tristeza clavada en mi desesperanza... Mas todo es vulgar en la vida, y tú misma bella y todo, fría y ausente, vulgar pe...