Despatarrado sobre el sillón, frente a la ventana, con mi taza de chocolate y mi frazada, sin mi chica de la web cam, yo miro la calle, en esta tarde de siesta fría. No hay nadie de importancia. Tan solo y de a ratos, esas chicas feas que pasan, siempre, todo el tiempo, a mi alrededor. Pasan en la plaza, pasan junto a las papas. Pasan bajo el puente, pasan, pasan, las siento y no las veo. No es que este ciego. Son demasiado feas y no quiero asustarme.